WHY DO DETAILS MATTER?

WHY DO DETAILS MATTER?

Entre el encanto y la obsesión


Existe una línea muy fina entre el encanto y la obsesión. Una que, en mi trabajo, se desdibuja a diario.
El encanto es la decisión consciente de cuidar cada paso: la cera, los aceites esenciales, el pabilo. Es el lenguaje con el que hablo de lo que hago. Pero la obsesión es cuando esa misma atención al detalle se convierte en una prisión, una excusa para no avanzar.

La carga de los detalles

Crear algo con las manos es, por naturaleza, un acto de amor por los detalles. Pero ese amor tiene un lado oscuro. Para mí, se convirtió en una carga, un peso que me impedía seguir adelante.

Lo viví con cada vela que creaba. El proceso de elaboración se convertía en un laboratorio donde la perfección era el único resultado aceptable. Siempre había algo que no estaba "suficientemente" bien. La etiqueta no estaba perfectamente centrada, la superficie de la cera no era tan lisa como me hubiera gustado. Ese peso me perseguía, transformando la creación en una fuente de estrés.


El lenguaje de lo imperfecto

Y entonces, las velas comenzaron a llegar a sus dueños. Y con ellas, mis fantasmas. Empecé a ver fotos, a recibir mensajes, y en muchos de ellos notaba que las etiquetas no estaban tan perfectamente pegadas como yo lo habría hecho. O que un poco de cera se había desbordado. Ese tipo de cosas que, para mí, eran un error garrafal, una mancha en el trabajo.

Me estresaba. Honestamente, me generaba una pequeña ansiedad. Pero un día me di cuenta de algo. A los clientes no les importaba. No se fijaban en la etiqueta ligeramente inclinada. En su lugar, hablaban de la calidad del aroma, de cómo la vela había transformado el ambiente de su casa, de la calidez que sentían.
Comprendí que mis detalles obsesivos, esos que me mantenían en el "laboratorio" sin atreverme a salir, eran solo míos. Que el verdadero valor, lo que realmente importaba, era la intención detrás de la vela. La historia del aroma, la calidad de los ingredientes. La experiencia que estaban viviendo.


Enciende la luz


Quizá lo más difícil de todo es aceptar que el detalle perfecto no existe. O más bien, que la perfección está en la imperfección. En las marcas que dejamos al crear algo con las manos. En el caos que inevitablemente se cuela en cualquier proceso artesanal.
El detalle importa, sí. Es lo que le da alma a lo que creamos. Pero la clave está en el límite: que sume sin robarte la paz. Que acompañe sin convertirse en un obstáculo. Hoy, el único detalle que realmente importa es encender una vela y dejar que la luz haga el resto.


¿Qué detalle, por pequeño que sea, ha cambiado tu perspectiva últimamente?

Regresar al blog

Deja un comentario

Ten en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de que se publiquen.